20/4/15

Pasado, presente, futuro

“El pasado no se puede cambiar. Pero el pasado puede cambiar el presente y el futuro.”
 


Magnífica primera novela de la escritora y ex agente del Cuerpo de Policía de Nueva Gales del Sur (Australia), Pamela Newton. A pesar de ser su primera incursión en el campo de la novela, en "La vieja escuela" la escritora australiana hace gala de una extraordinaria madurez narrativa que a nuestro juicio está a la altura de los grandes autores noir del momento.

"La vieja escuela", cuya versión original (The Old School) fue publicada por Penguin en 2010, es una novela seca y dura que apunta directamente a la realidad y que no hace concesiones ni se pierde en efectismos a la hora de retratar desde una perspectiva muy crítica la historia reciente de su país. Una historia que en buena parte ha sido ignorada e incluso silenciada durante mucho tiempo por parte de las instituciones y los medios de comunicación australianos.

De hecho, a juzgar por lo que cuentan diversos artículos que hemos podido leer mientras escribíamos esta reseña, en la actualidad el proceso de asimilación y confrontación de la sociedad australiana con su propio pasado sigue originando intensos debates que no siempre terminan en consenso. En manos de Pamela Newton la parte sepultada de este pasado sale a la luz y vuelve a sangrar con rabia e indignación e inevitablemente obliga al lector a plantearse muchas cosas…

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"La vieja escuela" está ambientada en Sídney y sobre todo en Bankstown un suburbio situado a veinte kilómetros al suroeste de la capital. La acción transcurre en 1992, un año fundamental para el reconocimiento de los derechos de los aborígenes australianos. La Corte Suprema de Australia acaba de establecer la nulidad del concepto terra nullius (tierra de nadie), que durante siglos ha servido para legitimar la usurpación de tierras a los pobladores originarios del continente por parte de los colonos y sus descendientes.

Pero es muy probable que esta noticia no haya llegado a oídos de un viejo conocido de la policía al que llaman Mabo o Black Charlie. Mabo es un indigente, aborigen, que se deja la vida en las calles de Bankstown. Anda siempre cargado con bolsas de plástico, profiriendo insultos, cortando el tráfico, abducido sin remedio por el delirio alcohólico…

De vez en cuando, Ned, la bella policía de madre vietnamita y padre australiano a la que acaban de ascender a oficial, y TC, un veterano policía que fue su mentor cuando ella era una aspirante, se cruzan con él… Ned intenta ser amable pero solo es capaz de una tímida advertencia: “Venga, Mabo, pírate…” Por su parte, y a pesar de que Ned no quiere verlo, TC simplemente lo desprecia. Lo desprecia casi con la misma intensidad con la que desprecia la flamante Comisión Anticorrupción que se acaba de poner en marcha para restablecer el orden y la integridad de las prácticas del cuerpo de policía.

En este contexto, aparecen dos cuerpos sepultados bajo los cimientos de una torre de pisos que fue construida a mediados de los setenta y que en la actualidad se encuentra en proceso de demolición. Asignan el caso a Ned y TC. Ned está acostumbrada a robos, allanamientos, casos de conducción temeraria pero no a casos de asesinato como el que se plantea ahora. En cualquier caso, la joven agente de la brigada de Bankstown pondrá todo su empeño para llevar adelante la investigación e incluso enfrentarse a los compañeros de la vieja escuela que preferirían dejar las cosas tal como están…

A partir de un cierto momento, un caso que parecía no tener nada que ver con la agente Ned la obligará a aceptar la existencia de un vacío que ni ella misma sabía que llevaba consigo. Un vacío que al ser desvelado la devolverá a su origen, a su infancia, a sus padres y, en definitiva, a su verdadera identidad.

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Lo más destacado:

UNO. El acerado realismo que impregna toda la novela y que sin duda hace valer el importante bagaje policial de la escritora en una comisaría de un suburbio de Sídney. Resulta difícil imaginar que la novela hubiera resultado igual de creíble y contundente sin todos los detalles relativos a procedimientos policiales, lenguaje, gestos, lugares, personajes… a los que únicamente alguien que ha formado parte de un cuerpo de policía durante más de una década ha podido tener acceso de una manera natural. La habilidad literaria de Newton para recrear ese mundo de una manera fiel y realista nos parece admirable.

DOS. La solidez del pulso narrativo de la escritora australiana que permanece inalterable a lo largo de toda la novela. La vieja escuela es como uno de esos trenes nocturnos de mercancías que se abren camino en mitad de la noche sin necesidad de detenerse en ninguna estación. Tiene una fuerza “de fondo” que nosotros asociamos antes a la constancia y la acumulación que a la velocidad o al efectismo. Realmente, sorprende que se trate de una opera prima. La manera de escribir de Pamela Newton nos recordó mucho a escritores como David Simon, creador de la mítica serie de la HBO "The Wire", o George Pelecanos, autor que imaginamos la escritora australiana debe conocer bien porque, además de los paralelismos estilísticos que pueden establecerse entre ambos, de él es la cita con la que arranca la novela… Mire, un asesinato no se resuelve nunca. Salvo que los muertos pudieran volver de la tumba. Cuando alguien muere asesinado, para sus seres queridos, para sus familiares y para la sociedad es para siempre.

TRES. "La vieja escuela" es una novela negrísima que ofrece un muy interesante retrato de Australia durante el periodo que va de mediados de los años setenta hasta principios de los noventa del pasado siglo. Un retrato que como apuntábamos más arriba pone especial énfasis en las conflictos sociales y raciales que han condicionado la historia del país en las últimas décadas. Diríamos que son tres los temas de fondo que aborda la novela: 1) los conflictos sociales derivados de la represión a la que fueron sometidos los pueblos aborígenes australianos, que precisamente a principios de los setenta (momento en el que se fecha el asesinato objeto de la investigación) empezaron a organizarse para reivindicar sus derechos; 2) las prácticas racistas que llevaron a cabo muchas instituciones no solo para con los miembros de la comunidad aborigen sino también para con los inmigrantes “no blancos”, sobre todo asiáticos, muchos de los cuales tuvieron que emigrar a ese país después de la guerra de Vietnam; y 3) la profunda corrupción policial que durante décadas dio cobertura a todas estas injusticias.

CUATRO. Nos gustaría destacar por último el acierto de Newton a la hora de ligar la visión “macro” referida a la historia reciente de Australia y al llamado “Gran silencio australiano” con la biografía “micro” de Ned, la protagonista. Este planteamiento, que genera dos intrigas simultáneas que al final terminan convergiendo, podría interpretarse tal vez como metáfora de la imposible disociación (a pesar del paso del tiempo y de la tendencia a la amnesia colectiva) entre la actitud represiva o desinteresada de una sociedad respecto a determinadas injusticias que se dieron en el pasado y de las que esa misma sociedad es en parte responsable, y la identidad de cada uno de los ciudadanos que la integran.

Y de ahí la constructiva cita que hemos elegido para encabezar esta reseña: “El pasado no se puede cambiar. Pero el pasado puede cambiar el presente y el futuro.”

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FICHA TÉCNICA

- Título: La vieja escuela
- Título en el idioma original: The Old School
- Autor: Pamela Newton
- País: Australia
- Año publicación idioma original: 2010
- Editorial: Pàmies
- Páginas: 397
- Valoración personal (1-10): 9

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