12/6/15

El cieno y la conciencia

“Para encontrar a un asesino sigues las pistas, sí. Pero también las emociones. Las que apestan, las infectas y pútridas. Sigues el cieno. Y ahí, acorralada, encuentras a tu presa.”

“Pero no hay donde ocultarse de la conciencia.”


Quinta novela de Louise Penny protagonizada por Armand Gamache, el más famoso y respetado investigador de la prestigiosa división de homicidios de la Sûreté du Québec, y segunda traducción al castellano de una novela de la autora canadiense, al menos que sepamos nosotros.

"Una revelación brutal" es una novela que a nuestro juicio destaca por su particular ambientación rural (la acción transcurre en un pequeño pueblo turístico ubicado en medio de la naturaleza llamado Three Pines que recuerda bastante al "Twin Peaks" de Lynch y Frost), por sus peculiares personajes (salvo los que hacen de policía, el resto son poetas, artistas, soñadores o emigrantes en busca de un lugar tranquilo donde vivir o rehacer su vida) y por una trama algo lenta pero entretenida que combina de manera bastante equilibrada la intriga detectivesca y una reflexión sobre el pecado y el arrepentimiento que, lo avanzamos ya, nosotros no compartimos.

Louise Penny es una escritora de cabello cano, mirada apacible y trato encantador, que pensamos gustará más a las lectoras o lectores de las novelas románticas del escritor del siglo XIX Nathaniel Hawthorne que a los de, pongamos por caso, David Peace o James Ellroy. En nuestra personal escala de Richter negrocriminal Louise Penny ocupa el lugar más alejado posible del que ocupa el señor James Ellroy.

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"Una revelación brutal" arranca con la aparición del cadáver de un anciano en el establecimiento de Olivier Brulé, un ambicioso agente del Banque Laurentienne du Canada que un día decidió abandonar el competitivo mundo de los negocios para vivir en un lugar tranquilo gestionando un refinado bistrot junto a Gabri, su novio.

Al principio, todo parece indicar que la víctima, a quién nadie es capaz de identificar, era un indigente que merodeaba por la zona. Pero para Armand Gamache, el jefe de homicidios de la Sûreté du Québec que se desplaza a Three Pines para investigar el caso, hay unas cuantas cosas que no acaban de encajar: el hombre, que debería tener unos sesenta años, estaba en buen estado físico, lo cual le hace pensar que se alimentaba bien, y sus ropas estaban limpias… Y todavía más extraño: ¿por qué decidió el asesino dejar el cadáver en el bistrot de Olivier pudiéndolo dejar en mitad del bosque donde nadie lo hubiera encontrado?

Three Pines es un pueblo pequeño y tranquilo. La gente que vive en él parece formar una comunidad sólida y bien avenida. Pero la aparición del cadáver del anciano pondrá en entredicho esta imagen bucólica y hará temer lo peor…

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La novela de Louise Penny nos generó sensaciones contradictorias…

Por un lado, nos gustó mucho el acogedor y misterioso Three Pines, el pequeño pueblo turístico perdido en mitad del bosque que, como apuntábamos más arriba, recuerda mucho al mítico "Twin Peaks". Al igual que el topónimo lyncheano, Three Pines tiene también algo de lugar soñado, mezcla aparentemente contradictoria entre paisaje bucólico de cuento infantil y solitaria localización de historia de terror en el que los acontecimientos transcurren a una velocidad extraña y las emociones humanas se amplifican para adquirir una relevancia especial (“Para encontrar a un asesino sigues las pistas, sí. Pero también las emociones.”) Así mismo, cabría apuntar también la influencia del "Walden" (1854) de Thoreau. Este libro, que narra la experiencia del autor durante los dos años y medio que vivió solo en una cabaña, cerca del lago Walden (Massachusetts), aparece citado en varias ocasiones a lo largo de la novela de Louise Penny y ayuda a delimitar la imagen de Three Pines como último lugar urbanizado antes del estallido de la naturaleza salvaje y caótica donde es muy fácil perderse (“nunca jamás entres solo en el bosque”).

También nos gustaron mucho los peculiares personajes que habitan Three Pines. No nos atrevemos a afirmar que se trata de personajes extravagantes o raros pero tampoco se puede decir que estén completamente en sus cabales. Salvo Gamache ( y tampoco podemos pronunciarnos claramente sobre él porque no hemos leídos las novelas anteriores a la presente) todos tienen un punto de desequilibrio que amaga algo imprevisible, tal vez un sentimiento escondido hacia algo o hacia alguien o un secreto vinculado con su pasado, que parece amenazar su aparente felicidad. La tensión entre lo que dicen y lo que piensan los personajes (“nunca des por hecho que sabes lo que piensa otra persona”) es una de las grandes fuentes de intriga del libro.

Y también apreciamos la dimensión culinaria de la novela (a menudo la investigación se desarrolla en torno a platos riquísimos…) y la poética, que la autora desarrolla gracias a los préstamos de autores como Margaret Atwood, Ralph Hodgson y Mike Freeman. “Donde me dejen quedo, hecha/ de piedra y de ingenuos deseos:/ que la deidad que mata por placer/ cure también…” Por regla general, los poemas entran en escena a través del personaje de Ruth Zurdo, la poetisa local, que parece estar obsesionada con la escritura de misteriosos mensajes-pista en verso que de alguna manera u otra siempre acaban llegando a manos del inspector Gamache.

Pero por otra parte, la novela de la escritora canadiense nos suscitó una serie de críticas negativas (por su linealidad, por su inocencia y por el ligero proselitismo camuflado que percibimos en ellas) en torno a un planteamiento moral entre cristiano y New Age de fondo que en nuestra opinión constituye la tesis de la novela.

Interpretamos que en "Una revelación brutal" la autora pone en marcha una historia sobre un asesinato en una comunidad de vecinos idílica y en un lugar que bien podría ser un jardín del Edén actualizado para demostrar (desde su punto de vista, claro) que el ser humano en el fondo es bueno y que a pesar de haber pecado, Dios (“Y si tienes a Dios lo tienes todo”) siempre está ahí para inspirar una suerte de revelación que consiste en tomar conciencia de los errores cometidos e iniciar un proceso de concienciación y arrepentimiento (“Pero no hay donde ocultarse de la conciencia.”)

Este planteamiento otorga a la novela una especie de tono “buenista” que queda claramente reflejado en el tratamiento que la autora procura a sus personajes. Prácticamente todos, incluso aquellos que en algún momento pasado o presente cometieron graves errores, errores difíciles de asumir, son tratados desde la comprensión y la compasión. También es visible en su manera de actuar… Nos parece significativo que muchos de los personajes terminen confesando sus errores y ejemplificando así la tesis de la autora.

Tal vez, el único personaje que se mantiene un poco al margen de esta retórica de pecado y arrepentimiento es el jefe Armand Gamache que aparece siempre como una especie de santón o profeta, o de Emily Carr (la pintora que inspiró el título del libro así como alguna de sus escenas finales) reconvertida en jefe de la Sûreté. Por cierto, ¿por qué no habrá elegido Louise Penny a un hombre como protagonista de sus novelas? Gamache tiene una especie de tendencia asexuada que no convence… Es como si detrás del policía se intuyera la mano de la autora.

No es que nosotros no confiemos en el género humano pero el esquema explicativo trazado por Louis Penny en esta novela nos parece poco fiable y adolece de una especie de optimismo un tanto infantil que no podemos compartir. Atendiendo a los tiempos que corren (¡pero si el problema es precisamente que hoy en día nadie tiene conciencia ni se arrepiente de nada!) invocar categorías como dios, pecado, conciencia y arrepentimiento para trazar el mapa moral del siglo XXI y todas sus complejidades nos parece un gesto obsoleto o como mínimo inofensivo.

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FICHA TÉCNICA

- Título: Una revelación brutal
 - Título en el idioma original: The Brutal Telling 
- Autor: Loise Penny
- País: Canadá
- Año publicación idioma original: 2009
- Editorial: Salamandra
- Páginas: 478
- Valoración personal (1-10): 7


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