“Si no seguimos buscando el motivo de nuestra infelicidad, nunca nos enfrentaremos a nuestros demonios. Es más fácil insultar, gritar, que ponerse en el lugar de los demás e intentar entenderlos, aceptar que el mal no sólo está fuera de nosotros, sino también, y sobre todo, dentro de nosotros. Tú has dicho una cosa cierta, todos nos escondemos detrás de máscaras. Pero ¿sabes por qué? ¿Sabes por qué lo hacemos? Porque somos humanos, porque tenemos miedo, miedo de morir, de no ser suficientemente queridos, de quedarnos solos…”
Roberta de Falco, pseudónimo de Roberta Mazzoni, (Milán, 1951) confirma con Nadie es inocente aquello de que nunca es tarde si la dicha es buena... A sus sesenta y cuatro años y con una larga trayectoria como guionista de cine y televisión a sus espaldas, la italiana publica su primera novela. Una primera novela muy madura que más bien parece la cuarta o quinta obra de una novelista consolidada. Nadie es inocente es una novela elegante, equilibrada y muy bien construida que constantemente parece contradecir su condición de opera prima…
La de de Falco es una novela que en un primer momento parece desprender una cierta aura de comedia inofensiva que el lector imagina va a imponerse sin más a lo largo de toda la narración, pero a medida que la historia avanza se hace evidente que hay algo más, una sombra bien negra que se asoma de manera progresiva y se confunde con esa primera imagen.
Y es que "Nadie es inocente" es una de esas novelas con doble fondo. Existe, como decíamos, un primer nivel amable, entretenido, que tiene algo o mucho de comedia de enredos a la italiana, pero también existe un segundo nivel duro, directo, amargo desde el que la autora destila un retrato terriblemente pesimista de la condición humana, de la historia pasada de Trieste, de los tiempos que corren y del futuro que nos espera.
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La novela arranca cuando un corredor de fondo encuentra el cadáver de una anciana en el muelle Audace, a dos pasos de la plaza Unità, delante del hotel Savoia, en la ciudad de Trieste. La mujer, viuda desde hacía unos años, vivía en compañía de una cuidadora de origen brasileño y un jardinero en una villa solitaria que siempre fue objeto de deseo y disputa por parte de muchos. De hecho, después de su muerte todavía lo sigue siendo…
La anciana, que nunca despertó la simpatía de prácticamente ninguno de sus familiares y conocidos, apenas contaba con una amiga. Y es que, Úrsula Cohen, así se llamaba la víctima, se ganó a pulso una sólida fama de mala persona... El comisario Ettore Benussi de la brigada de Trieste será el encargado de investigar el caso.
Benussi es un tipo perezoso, descreído, cínico, que está a punto de jubilarse y sólo aspira a dejar pasar los días con la habilidad suficiente para evitar esfuerzos y preocupaciones que él juga inútiles. Es por eso que detesta los casos difíciles como el de Úrsula Cohen...
Los detesta casi tanto como detesta al alocado novio de su hija adolescente Livia, que atraviesa un mal momento, o al idealismo inocente de la pareja de jóvenes y voluntariosos inspectores Elettra Morín y Valerio Gargiulo, que le ayudarán a llevara adelante la investigación.
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Lo más destacado:
Una tragicomedia muy negra
Tal y como comentábamos al principio de esta reseña la novela de de Falco destaca sobre todo por su gran capacidad para conjugar con éxito dos registros aparentemente irreconciliables: por una parte tendríamos el planteamiento cómico-sarcástico que por ejemplo se articula en torno a la herencia de la casa de la señora Cohen y, por otro, la concepción fatalista de la historia y del ser humano que se deprende del legado de horror de la experiencia de la ocupación nazi, la Risiera di San Sabba… que marcará la vida de la señora Cohen y de otros personajes. Manejarse bien en esos dos terrenos y combinarlos de manera que el resultado sea creíble es realmente complicado. Nadie es inocente es posiblemente la mejor novela tragicómica que hemos leído últimamente.
Una protagonista pesimista y desencantado
La novela de de Falco avanza a partir de los progresos de un investigador que ejerce de protagonista de la novela. Nos referimos al comisario Ettore Benussi. Hace muchos años, Benussi se licenció en ciencias políticas, pero por alguna razón terminó metido a policía y la vida y la calle lo volvieron un melancólico desencantado. Benussi vive poseído por una suerte de pasividad o pereza fatalista (como la ciudad de Trieste, afirmará él mismo al principio de la novela) que le hace denostar cualquier instinto que tenga algo que ver con el idealismo.
El comisario está convencido de que Occidente ha perdido el rumbo y que ya es tarde para enderezarlo o ni siquiera para mejorarlo en alguna medida. Ahora solo aspira a jubilarse, estar tranquilo, disponer de tiempo para escribir novelas policíacas inspiradas en sus experiencias como policía y seguir una imposible dieta Dukan que posiblemente no es más que una manera de rechazar su pasado…
Benussi es un tipo con graves defectos (“criticaba en los demás lo que siempre se perdonaba a sí mismo”) pero todavía conserva diríamos que de manera casi inconsciente y algo irracional una especie de reserva final de emergencia (como un último paracaídas) de nobleza, compasión, amor... que de alguna forma compensa in extremis su pesimismo exacerbado y posiblemente le permita dar sentido a su existencia.
Una novela coral
En cualquier caso, y como buena tragicomedia que es, en la novela de de Falco el protagonismo del comisario Benussi nunca es arrollador o exclusivo. En "Nadie es inocente" se desarrolla una importante dimensión coral de manera paralela a la evolución del personaje del comisario que permite al lector ahondar en la biografía de un considerable número de personajes e interpretar el mismo asesinato desde varios puntos de vista.
En este sentido cabe destacar que a pesar de sus diferencias muchos de los personajes que conforman "el coro" de la novela tienen bastantes rasgos comunes. Rasgos que sobre todo apuntan a una infancia hostil o incluso traumática (Úrsula Cohen, la víctima, Elettra, Violeta… el mismo Benussi encajaría aquí también) o en términos más generales a una suerte de infelicidad que principalmente tiene que ver con el miedo, el resentimiento, la venganza… y en definitiva con los demonios que cada personaje lleva consigo.
La dimensión coral de la novela de de Falco, que queda muy bien reflejada en el título, es fundamental para entender las motivaciones del asesinato de la señora Úrsula Cohen. Y aquí encontramos lo que a nuestro juicio es el elemento más original de la opera prima de la novelista italiana: un solo crimen es capaz de convocar y simbolizar algo así como la historia reciente del desplome moral de Occidente, el fin de los grandes relatos, de las grandes esperanzas… desde los la debacle ocasionada por el régimen nazi (“… es fácil convertirse en un monstruo, si ya no se tienen las fuerzas para oponerse al Mal…”) hasta la pérdida de valores y de inercia combativa de la sociedad actual (“Era como si un cansancio mortal se hubiese adueñado de la Humanidad entera…”)
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FICHA TÉCNICA
- Título: Nadie es inocente
- Título en el idioma original:Nessuno è inocente
- Autor: Roberta de Falco
- País: Italia
- Año publicación idioma original: 2014
- Editorial:Edhasa
- Páginas: 316
- Valoración personal (1-10): 8
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